In Cultura

CRIMEN Y CASTIGO

EL FÜHRER… 70 AÑOS DEL FIN DE LA GUERRA

 

"Quien desafía a los hombres y los desprecia,

conquista su respeto y llega a ser su legislador."

Fiódor Dostoyevski

 

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, se firmó el tratado de Versalles, manifiesto de los triunfadores que arrodillaron a los vencidos alemanes-prusianos, colocando a toda su población contra de la pared, soportando una calamitosa situación económica, las carencias, la inflación y un profundo sentimiento de miseria y pobreza se apoderaba del noble pueblo alemán. En ese mar revuelto, en la pócima de este indigesto caldo de cultivo emerge el Partido Nacional, con su archi-líder Adolf Hitler como la salvación, el hacedor y sustentador, el portador de la vara mágica que le devolvería todo el esplendor y la grandeza a la raza aria, el artífice de Mi lucha (Mein Kampf), locomotora personificada de la vuelta al liderazgo industrial de los grandes germanos. En esa duda y vacilación, en la necesidad generalizada con cara de hereje, se cuece y se bate la Segunda Guerra, la ejecución de toda la locura de grandeza e imperio alemán del Führer, que demandaba de forma enfermiza el dominio de toda Europa, para el más "capaz y más noble pueblo europeo", Alemania.

Cuánta patología, cuánta locura personificada en una persona; cuántos delirios, y cómo los humanos nos enfilamos en las sórdidas directrices llegando a justificar lo injustificable. Hoy se cumplen 70 años del final, del miserable final de Eva Braun y el Führer en el bunker de la cancillería, bajo el látigo de las bombas y el asedio de los aliados, en la oscuridad y frialdad del sótano del centro del poder alemán, se suicidaban, en el claustro de cuatro paredes, solos uno para el otro, reclamando y vociferando amor, desconectados de la realidad, incapaces de enfrentar su realidad, lo que les esperaba, tocando sus cuerpos, tratando de ignorar toda su bestialidad y daños a la humanidad, en una escena, en un frote de mejillas, susurrando en la más abyecta obscuridad que todo había fracasado, percibiendo la noble jugada del azar y las circunstancias… ¿de cuánto es capaz un ser humano?, al entrar hoy en ese bunker mentalmente… miro a los cielos y recuerdo las palabras de Churchill a los pilotos británicos: "Cuánto le debemos tantos a tan pocos…".Cuando los ricos hacen la guerra son los pobres los que mueren,Me llegan las palabras de Albert Camus: "la libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor." La guerra, esa invención humana, es campo de luchas que saca lo peor y lo más animal de la especie

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