In Reflexión

DIÁSPORA BENDITA

La historia de los inmigrantes suelen ser dramas humanos del esfuerzo, el arrojo, el coraje y la determinación de transformar su realidad para superarse. Tras el ajusticiamiento del dictador, el número de nacionales que han emigrado hacia territorios norteamericanos primero, y luego al viejo continente suman millones de almas. Muchos sobre todo en USA son ya de segunda o tercera generación en tierras imperiales. Sin embargo, mantienen su conexión cultural y el cuidado de muchos de sus familiares aún en la isla.

La solidaridad con generosidad en general se siente. Barrios, ensanches y pueblos enseñorean sus bonanzas. Destilan sus aumentadas capacidades de consumo, fruto de las remesas, que se derrama en toda la economía nacional. Ciertamente hay muchos casos de sospechosa procedencia, con aroma oscuro y tufo a lo mal hecho. Pero en general son el fruto de una gran comunidad -Urbi et Orbi- que trabaja, avanza y se integra a las sociedades que le acogen sin olvidar su tierra ni a los suyos. Toda la economía desde la agricultura, la construcción, el comercio en general se beneficia de esta generosa ayuda que nos llega en moneda fuerte.

Las recientes cifras de las remesas del Banco Central de la República Dominicana, desde la frialdad de los números, son una humedad de historias de seres humanos valiosos, solidarios, comprometidos con sus gentes. Son cifras que destilan hidalguía, nobleza y categoría humana. Los buenos son más, aunque los malos hagan mucho ruido reza el refrán. Según las cifras del Central en el período Enero a Septiembre del 2019 la suma de remesas fue de 5,292.90 millones de Dólares. En el período de Enero a Septiembre del 2020, con lo increíble de 7 meses de pandemia, fue de 5,849.80 millones de Dólares. Para un incremento favorable de 556.90 millones, o sea un 11% más en el 2020 versus el 2019. En plena pandemia, Increíble.

La bondad de estás divisas a nuestra balanza de pagos, la estabilidad del precio del Dólar frente al peso Dominicano son inmensas. Su gran ayuda al contrato social y las iniquidades de la sociedad dominicana. Ante la merma de nuestra industria turística, principal motor generador de divisas, en el suelo fruto del Covid-19. El descenso del ritmo económico de muchos de los sectores económicos y de los mismos exportadores ante el frenazo de casi dos meses cerrados, nos hace valorar aún más el significado para las arcas de la nación de este noble gesto de nuestra diáspora.

Una diáspora que, además de este regalo – cuál perfume con generosidad bendita- se destaca en casi todos los ámbitos del saber y la cultura humana. Los Oscar de la Renta, médicos, peloteros y tantos desde lo intelectual en prestigiosas universidades junto a los esfuerzos anónimos de muchos, y la tenacidad sin ruidos que no busca más méritos que el producto y los logros de su propio sudor. Elevamos pues, desde este ágora digital, nuestros respetos con admiración a nuestra diáspora bendita. Deberían tener una gran estatua a la entrada de Santo Domingo que compita con Montesinos. Como señal de nuestra gratitud a sus grandes aportes, méritos, esfuerzos y enorme generosidad.

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